Interacciones entre aves, ectoparásitos y bacterias

Abstract

El parasitismo es una de las presiones selectivas más importantes a que se enfrentan los organismos. Las interacciones entre parásitos y hospedadores están ampliamente extendidas en la naturaleza. Prácticamente todos los seres vivos han de lidiar con algún parásito a lo largo de su vida, y, en muchos casos, con una diversidad considerable de ellos. Por ejemplo, se ha calculado que cada especie de ave hospeda en promedio a nueve especies de helmintos parásitos (Poulin, 1999; Poulin y Morand, 2000). Sin ir más lejos, en los seres humanos se han identificado nada menos que 342 especies de helmintos parásitos y 70 de protozoos (Crompton, 1999). Así, se estima que más de la mitad de los seres vivos conocidos son parásitos (Price, 1980; De Meeûs y Renaud, 2002; Dobson et al., 2008). Estos números se ven incrementados considerablemente si ampliamos el término parásito de modo que englobe desde artrópodos, helmintos y protozoos hasta hongos, bacterias y virus. Los parásitos son integrantes fundamentales en la arquitectura de la biodiversidad, no solo en términos absolutos de número de especies, sino que se ha estimado que en torno a un 75 % de los nodos en las redes tróficas son especies parásitas (Lafferty et al., 2006 y 2008; Sukhdeo 2012). Estos datos ponen de manifiesto la relevancia de los parásitos en la naturaleza, haciéndose cada vez más evidente que un ecosistema sano ha de incluir una nutrida representación de especies parásitas (Hudson et al., 2006)