Memoria Científica, 1995-1996

Abstract

A lo largo de estas páginas pretendemos dar a conocer a la comunidad científica lo que ha sido nuestro trabajo en estos dos últimos años y rendir cuentas a la sociedad de cómo hemos utilizado los recursos que ha puesto a nuestra disposición. Estos dos últimos anos han sido difíciles debido a la necesidad de corregir los desequilibrios que se han producido en la Administración como consecuencia de la modernización del Estado, y a los ajustes que está siendo preciso llevar a cabo con vistas a la implantación de la moneda única europea. Debido a estas circunstancias y aunque las subvenciones que hemos recibido para mantener activos nuestros proyectos de investigación han seguido la tónica de años anteriores, las partidas destinadas a becas y contratos se han visto recortadas drásticamente. Estas dificultades han aflorado, además, en un momento en que los países occidentales han comenzado a encontrar serias dificultades para mantener las instituciones orientadas a la investigación científica básica. Por un lado, el dinero invertido en este tipo de investigación, una cantidad nada despreciable del presupuesto nacional, no se traduce en beneficios que remen primordialmente en favor de los países inversores. Por si fuera poco, ha comenzado a ser perentoria una puesta al día de la infraestructura laboral de estas instituciones, proceso que reclama inversiones adicionales importantes.

A lo largo de estos últimos anos, la evolución de las instituciones científicas de corte académico ha acabado llevándonos a un punto en que la situación laboral de sus jóvenes investigadores es considerablemente peor que la que disfrutan el resto de los ciudadanos que poseen una cualificación profesional equivalente. El desarrollo, casi exponencial en algunos momentos, de la infraestructura científica en los países de occidente ha compensado en las últimas décadas los efectos de la precariedad laboral que tradicionalmente ofrecían estas instituciones científicas a los jóvenes investigadores. Sin embargo, desde hace unos años, este modelo ha comenzado a presentar, en todo el mundo desarrollado, los síntomas de crisis inherente a estos tipos de crecimiento, poniendo con ello en evidencia la baja calidad de empleo que ofrecía el sistema a los jóvenes investigadores en las instituciones académicas. Para tipificar la situación es suficiente con fijar nuestra atención en la situación laboral de nuestros "investigadores contratados" y en el futuro que ponemos delante de los ojos de nuestros becarios predoctorales con vocación investigadora, dos grupos que constituyen una parte muy importante de los recursos humanos de la mayor parte de los laboratorios del mundo académico occidental. Sin la posibilidad de ofrecer un futuro digno a los jóvenes investigadores, nuestra ciencia está seriamente herida.

Es difícil concebir que nuestra sociedad pueda subsistir sin que se mantengan los niveles actuales de investigación de corte académico. Sin embargo, mantenerlos, va a requerir el empeño y la colaboración estrecha de los investigadores, la sociedad y sus dirigentes en la búsqueda de nuevas fórmulas. En el ano 1996 se cumplieron cuarenta años desde que el Centro de Investigaciones Biológicas comenzó a funcionar y a poner los cimientos de una parte considerable de la Biomedicina española. Los herederos de este empeño nos hemos esforzado en que las circunstancias adversas de estos últimos años no den al traste con los resultados de tantos años de esfuerzo. De ello da testimonio esta Memoria. No obstante, sin una colaboración seria de nuestro entorno social, nuestros esfuerzos habrán sido inútiles dentro de unos pocos años.