Entre celtas y romanos. El poblamiento de la cuenca del río Ardila (s. III a.C. - I d.C.)

Abstract

Cuando se inicia una investigación, el primer objetivo del investigador debe ser definir los límites de su trabajo, tarea mucho más compleja de lo que pudiera parecer y donde nos vemos obligados a crear unidades discretas en un mundo continuo. En nuestro caso específico, cuando quisimos abordar el poblamiento en interior del suroeste peninsular, sopesamos el conocimiento anterior que teníamos de la zona, la potencialidad de las diferentes áreas de estudio y los limitantes existentes. De esta forma, optamos por centrarnos en un territorio natural definido, identificable y abarcable: la cuenca del río Ardila. Dicho curso fluvial es el último gran afluente del Guadiana, el cual nace en la Sierra de Tentudía, cerca del límite autonómico entre Extremadura y Andalucía, y desemboca en Portugal. Desde su nacimiento hasta su desagüe recorre más de 166 km y su cuenca abarca alrededor de 1820 km2. El Ardila genera un estrecho valle entre la serranía onubense, al sur, y Tierra de Barros, al norte. En su territorio predomina el bosque abierto de quercíneas, ya sean encinas o alcornoques, el cual denominamos paisaje de dehesa. En sus extremos oriental y occidental, sin embargo, destacan las tierras agrícolas. Además de los límites geográficos, fue necesario imponernos unos límites temporales. El inicio se sitúa en un momento difícil de precisar entre el siglo IV y el III a.C., un momento que hacemos coincidir con el definitivo asentamiento de las poblaciones célticas que migraron desde la Meseta. Más adelante, abordaremos las dudas cronológicas que nos asaltan, las posibles causas de definitivo asiento en esta región y las peculiaridades culturales, políticas y sociales de estas gentes. Por otro lado, tan difícil de definir es el principio como lo es el final. En este caso, optamos por llevar nuestro estudio hasta época de Augusto, aunque la ausencia de estratigrafías claras y taxativas nos obligan a ser laxos. En definitiva, se muestran los resultados de los trabajos realizados en la cuenca del río Ardila entre el siglo IV/III a.C. y el cambio de era, lo cual supone que abordaremos la II Edad de Hierro, el proceso de conquista y la definitiva implantación romana en esta región. Todo ello siguiendo un protocolo de trabajo en el que se aúnan técnicas tradicionales como la prospección arqueológica y el empleo de herramientas como los Sistemas de Información Geográfica (SIG) y los modelos generados a partir de los datos LiDAR.