El Fichero de Arte Antiguo de 1931, fondo fotográfico e instrumento administrativo para el estudio y protección del arte

Abstract

En 1931, la joven II República española, creó en el seno del Centro del Estudios Históricos (CEH) de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), a instancias del nuevo reponsable de la Dirección General de Bellas Artes, Ricardo de Orueta, el Fichero de Arte Antiguo. Con ello se trató de aprovechar no solo la alta competencia y profesionalidad de los miembros de las Secciones de Arte y Arqueología del citado centro, a las cuales se encomendó su confección, sino también los nuevos usos de la fotografía enfocados al estudio del patrimonio artístico del país, los cuales habían llevado ya al CEH a formar un estimable fondo fotográfico dedicado a este fin, que serviría de base a la nueva inicativa. Pero además, con esta iniciativa se añadía una nueva finalidad administrativa: la de colaborar, catalogando el patrimonio histórico-artístico español, a poner fin al continuado expolio que venía sufriendo este en las últimas décadas. También se pretendía superar con ello loables pero poco efectivas medidas anteriores, como la de confección del Catálogo Monumental de España por provincias, empresa en la que se venía trabajando desde 1900 con resultados poco eficaces y que, ahora, pasaría a un segundo plano, situándose bajo la misma custodia y actuación adicional del nuevo Fichero. Junto a estos antecedentes que propiciaron la creación como tal del Fichero de Arte Antiguo, el joven régimen republicano y su muy estimable legislación en defensa del patrimonio artístico-cultural o Tesoro Artístico –como se prefería denominar entonces– también fue dotando de nuevos cometidos a este reciente recurso profesional y administrativo. La guerra civil, aunque frenó la continuad de la labor del Fichero y afectó de manera considerable a sus profesionales, también necesitó de la integración de éstos y el ejemplo del proceder en el mismo para aplicarlos a los nuevos instrumentos administrativos en defensa del patrimonio que necesitó ir creando, como fue el caso de las Juntas de Incautación y Protección del Tesoro Artístico. Acabado el conflicto bélico se fundó en 1939 el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), heredero de la JAE y de sus centros; entre ellos el CEH y sus secciones de Arte y Arqueología, que pasaron a conformar el nuevo Instituto Diego Velázquez, al que también quedó vinculado el Fichero de Arte Antiguo. Hoy resultan muy poco conocidas las finalidades y la compleja trayectoria seguida por este Fichero de Arte Antiguo, en cuyo desarrollo también se fueron imbricando los propios cambios de consideración respecto al concepto del patrimonio artístico y sus fórmulas de estudio y protección. Todo ello se aborda en este trabajo.